Alas de madera

Siempre que Hó disponía de tiempo libre,
subía al bosque a buscar ramas,
con la forma y dureza necesarias,
para empezar a tallar su siguiente escultura.

Cuando encontraba la madera adecuada,
la trabajaba poco a poco.
Sin prisa.

Hó siempre tallaba alas,
Cuando terminaba una
se sentía orgulloso al ver aquella forma
que había sacado de un trozo
de madera abandonado en el suelo.

Llegó un día en el que Hó se preguntó
si podía ir más allá.

-Las alas, sirven para volar. - Pensó.

Quizá esa era la verdadera razón
de la fascinación de Hó por las alas.

Volar.

Quizá lo que no tenía sentido
era tallar alas de madera,
que no servían para volar.

Así, Hó dejó de construir
sus inservibles alas de madera
y comenzó a construir alas diferentes,
útiles.

Pensadas y diseñadas para volar.

Tras un tiempo sumando
pequeños hallazgos y
grandes fracasos,
Hó llegó a construir unas alas
equilibradas y ligeras,
con lo necesario para lanzarse
a su primer gran vuelo.

Buscó un lugar adecuado,
se armó de valor
y se lanzó.

Por unos instantes voló.

Pero a los pocos segundos,
Hó escuchó un ruido inesperado.
La tela no soportaba la fuerza del viento
y se había rasgado.

Las alas se habían convertido
en un conjunto de jirones dorados
que tiritaban con el paso del aire.

Lo que empezó siendo vuelo,
se había convertido en caída.

La suerte hizo que la estructura de maderas
que sostenía los retales de tela
y las ramas de los árboles,
le protegieran lo suficiente
en el final de la caída.

Hó aterrizó en el suelo, dolorido y asustado,
pero vivo.

Su cuerpo respondía, podía moverse,
pero su voluntad no aparecía.
Hó sentía el alma rota, vacía.

Las inevitables heridas de una caída así,
estaban por dentro.

En cuanto pudo levantarse
comenzó a recoger los restos de madera
y tela que habían formado sus alas.

Había renunciado definitivamente
a la idea de convertirse en un
habitante más del cielo.

Cuando Hó estaba terminando,
algo en el suelo llamó su atención.



Era una de sus inservibles,
pero bellas, alas de madera.
La reconoció.

Hó había hecho muchas después de esa
y su técnica había mejorado,
pero aún así, tenía algo especial.
Algo reconocible.

En ese trozo de madera, había algo de él,
de sus deseos, de sus preguntas.

¿Tenía sentido hacer alas de madera,
que no sirven para volar?

Aunque no tuviera lógica aparente,
sentía que para él era importante.

Buscó su cuchillo y comenzó a repasar detalles
y a suavizar formas.

Volvió esa cadencia de cortes.
La forma se suavizaba poco a poco.


Después de todo, algo seguía vivo.
Existían otros tipos de vuelo.

Mientras Hó repasaba esa forma,
sin ser consciente de ello,
su cuerpo comenzó a elevarse poco a poco,
hasta que sus pies dejaron de tener contacto
con el suelo.

Hó estaba volando.