La historia tiene dos estéticas

La historia tiene dos estéticas. Una es acrílico y esa funciona muy bien. Sólo tengo que preocuparme de que las figuras tengan bastante movimiento y exageren la acción. La otra, grueso de la narración, usa tinta china con plumilla y aguadas con esa tinta. Al completar una especie de secuencia de cuatro páginas, vi que el resultado no acababa de funcionar. Estaba quedando todo muy «bien dibujadito«. Perdía fuerza. No estaba suelto. Ha sido muy importante tomar la decisión de repetir las viñetas hasta llegar a algo. Supongo que si arrastras cosas que no te gustan y te dejas llevar, llega un momento, con bastante trabajo realizado, que te cansas de hacer cosas que no te están convenciendo. Ser exigente en este punto y con todo es absolutamente necesario. Al repetirla varias veces, he llegado a algo. La tinta ha funcionado sola y me está permitiendo no usar las aguadas para potenciar las sombras. El resultado destaca la iluminación de cada escena. Lo lleva más al claroscuro, por decirlo de alguna manera. Crear sombras con tinta china, cuando el pincel está ya casi seco, enriquece mucho el dibujo. Al final con la plumilla, añado un poco de ruido a modo de rallajos y raspando el papel saco alguna luz y meto más ruido. Intento que las manchas no terminen bruscas.
El resultado es que las formas están desapareciendo. Los contornos dejan de existir y manchas incoherentes interpretan los efectos de la luz en los rostros. Está quedando un poco tétrico. Con mucha fuerza. A la historia en realidad no le va mal.